La persuasión política. Análisis teórico-práctico del concepto y fundamentos persuasivos de la comunicación política

Resumen

Desde la Grecia clásica hasta nuestros días, numerosos autores de diferentes disciplinas académicas han analizado el fenómeno de la persuasión política. Sin embargo, a este concepto se le han asociado connotaciones negativas con el paso del tiempo, hasta ser en la actualidad un término apenas utilizado para explicar y designar la comunicación política y las campañas electorales. Se ha asimilado la persuasión a otras prácticas, como la convicción, la seducción, la disuasión, la coacción o la manipulación. Estas comparten el mismo objetivo final, el de influir sobre el comportamiento de los ciudadanos; pero, sin embargo, son prácticas muy distintas en cuanto a los métodos empleados para conseguir ese objetivo. Es precisamente la identificación con todas estas prácticas la que ha cargado a la persuasión de un matiz peyorativo, y por lo que aparece con frecuencia ligada a comportamientos poco éticos o manipuladores. La presente tesis traza las lindes conceptuales de la persuasión política. Identifica las similitudes y diferencias entre todos estos fenómenos en función de los métodos de influencia que son propios de cada uno de ellos, para limpiar el espacio semántico del término y reivindicar los fundamentos persuasivos de la comunicación política. Tal aspiración no se queda exclusivamente en el análisis teórico conceptual de la persuasión, para el que se ha llevado a cabo un amplio proceso de revisión bibliográfica, sino que incluye la observación de la realidad empírica asociada a los conceptos, identificando y analizando críticamente ejemplos y prácticas de la comunicación política contemporánea. Con todo, el presente trabajo concluye con una propuesta de definición de la persuasión política que contribuye a liberar a este fenómeno de las connotaciones negativas que hoy tiene y que guarda íntima relación con una concepción ética de la política. Una concepción en la que los ciudadanos son considerados como iguales, activos y co-partícipes del proceso y en la que predomina el bien común y no sólo el beneficio del político. Una concepción, en definitiva, que recuperando los postulados clásicos, contribuirá al desarrollo de una comunicación política que mejore la calidad de las democracias y supere los problemas de desafección ciudadana hacia los políticos.