Estudio de la interrelación entre potencial antioxidante de la dieta y biomarcadores de capacidad antioxidante, nutrientes antioxidantes e inflamación
- Carrión García, Cayetano Javier
- Maria Esther Molina Montes Director
- Eduardo Guerra Hernández Director
Universidade de defensa: Universidad de Granada
Fecha de defensa: 05 de febreiro de 2020
- María Dolores Ruiz López Presidente/a
- Reyes Artacho Martín-Lagos Secretario/a
- Miguel Ruiz-Canela López Vogal
- Beatriz Sarriá Vogal
- José María Huerta Castaño Vogal
Tipo: Tese
Resumo
Se pretende demostrar la existencia de una relación entre la CAT medida en la dieta (CAT-D) y la CANE medida en el plasma (CANE-P) y apoyar si una CAT de la dieta constituye un indicador válido de exposición a una ingesta global de antioxidantes. También, si una alta capacidad antioxidante, medida tanto en dieta como en plasma, se asocia con una dieta rica en antioxidantes provenientes de alimentos, considerando también biomarcadores de nutrientes antioxidantes, hábitos de vida saludables y bajas concentraciones plasmáticas de biomarcadores de estrés oxidativo y de inflamación. Desarrollo teórico: La CAT-D es un indicador de la eficiencia antioxidante frente al estrés oxidativo que integra la actividad de todos los antioxidantes de la dieta. Si bien se ha criticado el empleo de la CAT de los alimentos, por organismos como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), debido a la inexistencia de estudios que hayan demostrado una correlación entre la CAT-D con los nutrientes antioxidantes o compuestos bioactivos, se considera que la CAT-D podría ser un buen indicador del potencial antioxidante de la dieta y que podría solventar las limitaciones de estudios previos que han examinado asociaciones dieta/antioxidantes-enfermedad (Serafini y del Río, 2004). Por otro lado, se desconoce la relación entre la CAT-D con la CANE-P como medida de biodisponibilidad de la CAT-D. Si bien se ha puesto de manifiesto una correlación moderada entre ambas medidas en algunos estudios (Rautiainen et al., 2008; Khalil et al., 2011), sigue siendo necesario re-evaluar esta relación comparando los diferentes ensayos de CANE-P y métodos de recogida de información de dieta para la cuantificación de la CAT-D en una misma población de estudio. De hecho, la CAT-D se ha estimado en la mayor parte de los estudios a partir de la información obtenida de un CFCA, que podría ser poco idóneo para estimar ingesta de frutas y verduras, debido a la variabilidad de la ingesta de éstas según la estación del año y al limitado número de ítems que aparecen en estos cuestionarios para seleccionarlas (Hu et al., 2008). Varios estudios han analizado el efecto que la administración de determinados alimentos ricos en antioxidantes tiene sobre los niveles de CANE-P, pero los resultados reportados son incongruentes. La variabilidad de los niveles de CANE-P en función de la adhesión a un patrón dietético, como es el patrón de DM, solamente ha sido evaluada en el marco del estudio PREDIMED (Razquin et al., 2009). Ningún otro estudio ha evaluado los niveles de CANE-P, por lo que el conocimiento sobre la contribución de la CAT-D a la CANE-P es limitado. Es importante examinar el impacto que la dieta, considerando tanto la variedad como la calidad, tiene sobre la medida de capacidad antioxidante medida en sangre. Por otro lado, algunos estudios han examinado la relación entre la ingesta dietética de nutrientes antioxidantes aislados (Hercberg et al., 2006; Jiang et al., 2010) con la CAT-D y la CANE-P (Valtueña et al., 2007; Puchau et al., 2010; Khalil et al., 2011; Carrión-García et al., 2017). Sólo un estudio, realizado en 40 mujeres postmenopáusicas, ha explorado si existe alguna relación entre la CAT-D o la CANE-P con los niveles circulantes de nutrientes antioxidantes (Wang et al., 2012). Aunque se conoce que el estrés oxidativo está involucrado en la etiología de las enfermedades crónicas, siguen siendo parcialmente conocidos los mecanismos que rigen esta relación causal. El estudio de biomarcadores de estrés oxidativo, de inflamación y de nutrientes antioxidantes que contrarrestan el efecto del estrés oxidativo, es fundamental para establecer esta relación (Mayne, 2003). La relación entre algunos de estos biomarcadores con la CAT-D se ha investigado en varios estudios (Puchau et al., 2010; Detopoulou et al., 2010; Psaltopoulou et al., 2011), pero se ha explorado poco en relación con la CANE-P (Puchau et al., 2010). En resumen, es preciso validar la medida de CAT-D con la medida de CANE-P y evaluar la asociación entre la capacidad antioxidante con los hábitos dietéticos y estilos de vida que mantiene la población. Los estudios previos no han evaluado en su totalidad la asociación con alimentos o nutrientes con potencial antioxidante, incluyeron un tamaño de muestra limitado o una población portadora de factores de riesgo (no sana), e incluso, incurrieron en confusión residual, al considerar un número limitado de variables confusoras y modificadoras de efecto (por ejemplo: edad, tabaco y obesidad). Conclusión: Existe una correlación débil/moderada pero estadísticamente significativa entre la CAT-D y la CANE-P en el ensayo FRAP, con o sin ácido úrico. Esta correlación se confirma en las dos poblaciones estudiadas. El ensayo FRAP es el más adecuado para estimar la CAT-D y CANE-P. La CANE-P en términos de FRAP se asocia positiva y significativamente con la mayoría de los biomarcadores de nutrientes antioxidantes, pero no se asocia con los marcadores de inflamación. Por lo tanto, la medida de FRAP en plasma refleja el potencial antioxidante del organismo pero no el estado anti-inflamatorio en individuos sanos.