Vida tendencial y conocimiento afectivo de valores. Un ensayo fenomenológico a partir de Max Scheler

  1. Martínez Gallego, Miguel Armando
Dirixida por:
  1. Pilar Fernández Beites Director
  2. Rogelio Rovira Madrid Director

Universidade de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 25 de novembro de 2020

Tribunal:
  1. Leonardo Rodríguez Duplá Presidente/a
  2. Juan José García Norro Secretario/a
  3. Sergio Sánchez-Migallón Granados Vogal
  4. Roberta De Monticelli Vogal
  5. Mariano Crespo Vogal

Tipo: Tese

Resumo

Max Scheler amplió la ontología tradicional a través de su fenomenología de la afectividad como órgano de aprehensión intencional de valores. Acometió una fundamentación de la ética basada en la noción fenomenológica de valor, hacia un peculiar personalismo ético. Además del 'valor' y la 'persona', recibe un tratamiento novedoso la idea de 'vida' en sentido biológico. Pensar lo vital desde el valor es crucial para la elucidación tanto del ser vivo como del ser humano, que posee una dimensión vital. Mi objetivo es aclarar ciertos aspectos de la teoría scheleriana de la vida y de la dimensión vital humana. La doctrina de la esencia del ser vivo en El formalismo en la ética (1913/16) y otros textos se distingue de los mecanicismos e irracionalismos gracias a la noción fenomenológica de 'valor vital'. Para comprender el concepto scheleriano de entorno (Umwelt), correlato de toda vida, recurro a la teoría de las unidades cósicas de El formalismo: la 'cosa teórica' o neutral (Ding) y el bien o 'cosa de valor' (Gut, Wertding) son formas cósicas igual de originarias. Puesto que las cosas del entorno son bienes tomados como objetos prácticos (Sachen) o correlatos de tendencias, abordo la teoría de la vida tendencial de esa misma obra. El tender a metas y fines es pensado desde el valor en sentido fenomenológico, como tender a valores o bienes. Acudir al nivel tendencial permite entender una noción técnica decisiva en la descripción del entorno: la efectividad (Wirksamkeit) tendencial del valor. Distingo el entorno humano, como mundo (Welt) objetivo de valores vivido en su efectividad, del entorno biológico no humano, como entramado de estímulos o unidades efectivas no dadas en su objetividad de valor. Analizo la teoría del condicionamiento tendencial de la sensación y de la percepción en El formalismo y en Conocimiento y trabajo (1926). Si bien Scheler busca aplicarla al ser humano, dicha teoría parece estar concebida para el entorno biológico: conduce a la descripción de la relación entre mero ser vivo y entorno biológico de El puesto del hombre en el cosmos (1928), con ausencia de acceso intencional a la objetividad y con un comportamiento según estímulo y respuesta. Para evitar esta dificultad, interpreto la distinción scheleriana de 'actos' y 'funciones' asumiendo que la persona humana realiza siempre actos perceptivos intencionales, mientras que las percepciones del ser vivo son de raíz 'meras funciones' del tender, no intencionales. Que el entorno humano es mundo-entorno y no entorno de estímulos se confirma en El formalismo, que presenta la persona humana como dotada de un centro espiritual abierto a mundo y no solo de un centro vital abierto a un entorno. La idea de ordo amoris, corazón afectivo unitario de la persona como ens amans, garantiza la unidad del sujeto humano. La precedencia del acceso al mundo objetivo frente a toda vivencia de entorno se basa en la tesis scheleriana de que la persona se apropia de su dimensión vital desde su centro espiritual. Esto se observa en la relación que plantea Scheler entre los niveles volitivo y prevolitivo de la vida tendencial. El tender (Streben) automático a metas, radicado en el centro tendencial-vital de la persona, se subordina a la elección de fines entrañada en el acto espiritual de querer (Wollen). Para hacer justicia a la idea del mundo-entorno humano, entiendo el tender involuntario a metas y el querer fines como dos momentos, pasivo y activo respectivamente, en que se desarrolla una única relación de motivación práctica entre persona y mundo. Aunque este planteamiento depende de críticas y matizaciones de la propuesta de Scheler, queda demostrada la fecundidad de esta última para la cuestión de la vida, así como del querer y del obrar humanos. Su fortaleza, frente a la opción representada por Heidegger y otras corrientes posteriores, reside en tomar por suelo nutricio una ontología donde se da cabida desde el inicio al ser-valor y a la cuestión del bien.