El legado de bonet frente a sus maestros. 1938-1962un viaje de ida y vuelta

Resumen

No cabe duda de la importancia que Antonio Bonet Castellana tuvo en la construcción del pensamiento moderno a ambos lados del Atlántico, en España y, especialmente, en Argentina. Quizá sus obras construidas, testimonio vivo y herido de su trayectoria, son quienes a día de hoy encarnan mejor sus ideales. Sin embargo, el propósito aquí perseguido es reconocer el sustrato intelectual que aguarda detrás de toda convicción, su ideario, sus referentes (y voluntarias omisiones), en fin, como el título indica, cuál fue la influencia de sus maestros. Y con ello, intentar plantear una interpretación no tanto de su obra como de su pensamiento antes y después de su estancia en Argentina; tratando de justificar el conjunto de su intensa experiencia vital en el país latinoamericano desde su desembarco en Buenos Aires a comienzos de 1938 hasta su regreso definitivo a España a finales de 1962. Un periodo lleno de contrastes, éxitos, pero también, de fracasos y contradicciones. El nudo de la cuestión, la caracterización de su lucha, se plantea en esta investigación bajo un triple aspecto: el personaje, la reciprocidad del universo geográfico en el que se movió ¿Barcelona, París y Buenos Aires¿; y su condición colectiva ¿GATCPAC, Surrealismo, CIAM y el Grupo Austral¿. De este modo, mientras las obras construidas o proyectadas constituyen el escenario donde transcurre la acción, nuestro interés se centra en ese rico mundo de relaciones ¿Le Corbusier, José Luís Sert, Sigfried Giedion, Roberto Matta, André Breton, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Jorge Ferrari Hardoy¿¿ que configuraron el entorno inmediato de Bonet, y que por ello contribuyeron directa o indirectamente a formar, y transformar, su pensamiento como arquitecto. Bajo esta óptica integradora, la investigación se detiene en tres momentos clave: la gestación del Manifiesto Austral nada más llegar a Argentina en 1938; el primero de los viajes que realiza de vuelta a Europa en el verano de 1949 y su reencuentro con los CIAM de posguerra; y, por último, los sucesos en torno a algunos de los últimos proyectos porteños ¿la revista Mirador (1956-1961), el Plan de Remodelación del Barrio Sur (1956-1957) y la exposición sobre Antonio Gaudí realizada en junio de 1960¿ que vienen a confirmar cómo Bonet consiguió, muchos años después de su partida, uno de sus principales propósitos: la reformulación de un ideal moderno a base de la coexistencia e integración de sus partes, entre arquitectura y urbanismo, entre arte y técnica, entre lo primitivo y actual, entre lo local y lo universal; un ideal arraigado en la Barcelona de los treinta, de donde intuimos seguramente nunca se había marchado.