Patrones dietéticos, sedentarismo, adiposidad y riesgo de hipertensión arterial
- Miguel Ángel Martínez González Director
Universidad de defensa: Universidad de Navarra
Fecha de defensa: 12 de diciembre de 2008
- Miguel Delgado Rodríguez Presidente/a
- María Seguí Gomez Secretario/a
- Alvaro Alonso Gutiérrez Vocal
- Francisco Guillén Grima Vocal
- Rafael Herruzo Cabrera Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
INTRODUCCIÓN La hipertensión arterial (HTA) es el factor de riesgo individual que más muertes origina en el mundo. Es por ello que la valoración de aproximaciones que traten de prevenir dicha condición resulta crucial. Los objetivos del trabajo fueron, en primer lugar, valorar el posible papel diferencial de los productos lácteos bajos en grasa y los lácteos enteros sobre los cambios en la presión arterial (PA) media en los primeros participantes del ensayo de campo PREDIMED. En segundo lugar, valorar la asociación entre la adhesión a diversos patrones alimentarios propuestos como modelos de dieta sana, incluyendo la dieta mediterránea (valorada según diversas escalas) y la dieta DASH, con el riesgo de desarrollar HTA en la cohorte SUN. Por último, evaluamos la asociación entre niveles habitualmente considerados normales para el índice de masa corporal (IMC) (22 a 25 kg/m2) y el riesgo de HTA en la cohorte SUN. MATERIAL Y MÉTODOS Para valorar el primer objetivo, se contó con información de los primeros 2290 participantes del ensayo de campo PREDIMED, 1845 de ellos con HTA. Como el consumo de lácteos no formaba parte de la intervención, los datos se analizaron a modo de cohorte observacional. La información nutricional se recogió mediante un cuestionario semicuantitativo de frecuencia de consumo de alimentos, previamente validado en España. Personal entrenado específicamente para el estudio midió la PA de acuerdo con un protocolo estandarizado. Se realizaron dos análisis transversales ¿uno al inicio del estudio y otro tras 12 meses de seguimiento- y otro longitudinal, valorando el cambio de PA media según consumo inicial de cada tipo de lácteos. Los objetivos segundo y tercero se valoraron en una cohorte dinámica de graduados (SUN) seguidos durante un periodo variable (2 a 6 años). El IMC y el nivel de actividad física autorreferidos se habían validado previamente en estudios ya publicados. Asimismo, se había publicado ya la validación del diagnostico de HTA cuando el participante refería haber sido diagnosticado por un profesional sanitario. El tamaño muestral fue de 11.162 participantes. Se calculó la adhesión a 15 patrones dietéticos definidos a priori y se construyeron modelos de regresión de Cox para ajustar por posibles factores de confusión. Para valorar la asociación entre el IMC y la incidencia de HTA se ajustaron modelos de regresión logística no condicional y no paramétricos (cubic splines). RESULTADOS En el ensayo PREDIMED se observó una asociación inversa entre consumo de lácteos bajos en grasa y PA sistólica en el análisis longitudinal a 12 meses de seguimiento. En este análisis, las cifras de PA sistólica y diastólica fueron significativamente inferiores entre los participantes en el quintil superior de consumo de lácteos bajos en grasa en comparación a los sujetos del primer quintil. Una mayor adhesión a la dieta tipo DASH se asoció de manera significativa a menor riesgo de HTA (p de tendencia lineal= 0,02). No se encontró asociación inversa alguna con ninguno de los demás patrones dietéticos valorados. Una elevación del IMC a partir de 22 kg/m2 se asociaba ya significativamente a mayor riesgo de desarrollar HTA tomando como referencia un IMC de 20 kg/m2. CONCLUSIONES El consumo de lácteos bajos en grasa, pero no de lácteos enteros, se asoció a menores cifras medias de PA, sugiriendo un posible efecto protector de los lácteos desnatados o semindesnatados frente a la HTA. Se constató un efecto protector a largo plazo de la dieta tipo DASH frente al riesgo de HTA. No se encontró asociación inversa similar alguna para ningún otro patrón de dieta saludable definido a priori de los 14 patrones que se estudiaron. Nuestros resultados sobre la relación entre un IMC de 22 a 25 kg/m2 y el riesgo de HTA sugieren que debería reconsiderarse la decisión de disminuir el umbral de 25 kg/m2 como criterio de normalidad para el IMC.