Una antorpología transcendental para la educaciónla acción educativa según el pensamiento de Leonardo Polo
- IZAGURRE RONDA, JESUS MARIA
- Enrique Moros Claramunt Director
Universidad de defensa: Universidad de Navarra
Fecha de defensa: 29 de junio de 2006
- Francisco Miguel Altarejos Mastora Presidente/a
- Sergio Sánchez-Migallón Granados Secretario
- Enrique Moros Claramunt Vocal
- Aurora Bernal Martínez de Soria Vocal
- Alfredo Rodríguez Sedano Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
UNA ANTROPOLOGÍA TRASCENDENTAL PARA LA EDUCACIÓN. (LA ACCIÓN EDUCATIVA SEGÚN EL PENSAMIENTO DE LEONARDO POLO) RESUMEN: La filosofía de Polo abre un gran horizonte para profundizar en la teoría y en la práctica de la educación, sobre todo a través de su antropología trascendental. El punto de partida de la antropología poliana es la distinción tomista de esencia y acto de ser. De acuerdo con esta distinción en el ser humano hay que hablar de acto de ser -persona humana-, y de la esencia -esencia humana-. El método a través del cual se accede a las distintas dimensiones del ser y la esencia, Polo lo llama el abandono del límite mental, de las cuales las dos últimas se refieren al hombre. El estudio del abandono del límite mental en su tercera dimensión alcanza los radicales personales humanos: además, libertad, intelección personal y amar personal. La estructura del amar personal es aceptar, dar y el don que se da en el nivel esencial. La cuarta dimensión del abandono del límite, se detiene en la esencia humana por su parte, como manifestación que se deriva del carácter además. La disposición e iluminación de la esencia humana dependen respectivamente de la libertad trascendental, y del intelecto personal; por último la aportación esencial se manifiesta como don esencial. En esta tesis se sostiene que los trascendentales personales han de ser el referente básico en la educación del ser humano, que se desarrolla en el nivel esencial. La esencia humana no deja de crecer mientras está en el tiempo. Y ahí está el fundamento de la educación, de su importancia y su perennidad, en su más amplio sentido, no acaba nunca, pues siempre se puede seguir aprendiendo. La tarea del educador consistirá en saber activar los resortes del querer humano para que éste no pare nunca en su crecimiento. Esta es la labor propia del hábito de la sindéresis en la esencia humana. De desprende que el educador a de tomar a ésta como modelo de actuación. El ámbito propio de la tarea educativa está, en primer lugar, en la adquisición de virtudes, que posibilitan el crecimiento humano sin restricciones. Y crecemos para ser personas, una tendencia que está en lo más hondo de nosotros mismos. Dentro de las virtudes, las más importantes son las virtudes morales, ya que son aquellas que hacen posible el perfeccionamiento tendencial humano. Y la virtud que está en todas ellas es la amistad, motor de todo auténtico educador. El amor al prójimo, amor que es donal, puesto que se da, sin exigir nada a cambio. ¿Cómo se educa la virtud? El modo adecuado para educarla es el ejemplo de una vida buena, es decir, sin comportamiento ético del educador no hay educación en la virtud. Hay un orden pedagógico y cronológico en la educación de las virtudes: templanza, fortaleza, justicia y prudencia