Las decisiones directivasuna aproximación antropológica al logro de eficacia y de aprendizajes positivos en las organizaciones

Resumen

La complejidad actual puede producir gran perplejidad. Existe una infinidad de puntos de vista desde los que mirar a las organizaciones. Se adopta la perspectiva propia de un directivo: la decisión, invitación a la acción. Pero el directivo que desconoce la entraña de lo que significa ser persona, y la lógica del funcionamiento de la organización, carece de una ayuda relevante en su proceso de decisión. Ghoshal se lamenta: las malas teorías de management están malogrando las buenas prácticas de management. Procedemos intentando tender un puente entre los modelos científicos de Juan Antonio Pérez López y la antropología ¿trascendental¿ de Leonardo Polo, a la búsqueda de unas sintesis significativas útiles al directivo. Se pueden volver a enhebrar los hilos deshilachados prestando atención a fenómenos reales, de los que hay que dar cuenta. Como vía de solución proponemos una concepción que pre-supone de modo explícito la posibilidad del aprendizaje negativo, pues las teorías fracasan parcialmente al no aportar una visión suficientemente realista, precisamente por descartar la posibilidad misma de tal aprendizaje. Y esa carencia de realismo contribuye a la crisis actual en la medida en que influye en las decisiones de ciertos dirigentes, y en lo que se enseña en algunos centros de formación directiva. Para comprender mejor la organización se propone un sistema ¿libre¿ (puede mejorar pero también empeorar). Se desarrollan con amplitud las variables del ¿octógono¿, el modelo de organización como ¿sistema libre-no-libremente-adaptable¿ de Pérez López: estrategia, sistemas, estructura formal, saber, estilos de dirección, estructura real, valores de la dirección y misión externa e interna. También es libre el modo de ser de la persona, pero a diferencia de la organización, se modela, siguiendo a Pérez López, como sistema ¿libre-libremente adaptable¿ es decir: la cualidad de su aprendizaje depende solo del propio agente, y no tanto del entorno. De modo que se explica de cómo es posible, y cómo puede evitarse, el aprendizaje negativo. Darse cuenta de que la acción directiva humana deja una huella en el gobernante es realismo. Y darse cuenta de que esta huella puede ser negativa no es pesimismo, sino todo lo contrario, significa una visión alegre del ser humano, una concepción que mira con optimismo a las organizaciones, hechas por personas, al servicio de personas. Una persona no es una marioneta. La consideración del enlace entre persona y organización, relacionando vínculos y motivos, distinguiendo entre decisiones directivas y decisiones personales, etc., ha permitido concluir lo siguiente: la maximización del valor para el accionista es en definitiva un motivo trascendente para el directivo. Se aborda, además, la intimidad del directivo, trascendiendo el método sistémico, y tanto la teoría del comportamiento como de la organización, pues resultan inadecuadas para abordar la irreductibilidad del ser personal. La persona es más que su modo de ser. Siguiendo la estela de Leonardo Polo, se aborda el conocimiento de la intimidad, partiendo de la pregunta por la propia existencia y su sentido, que puede ser útil para mover a la reflexión. Un directivo puede libremente, con ocasión de su trabajo, proponerse la búsqueda de la respuesta a su propio ser, descubrir y dar cumplimiento a su propia misión personal. No dirigirá igual que si no se lo propone, que si no es consciente de su condición de persona, y lo que ello significa. Ahí es donde hay que reconducir la mirada, para poder revisar las teorías y que sean más útiles.