La iglesia como misterio de comunión en Cipriano de Cartago

  1. GIL TAMAYO, JUAN ANTONIO
Zuzendaria:
  1. Marcelo Merino Rodríguez Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad de Navarra

Fecha de defensa: 2002(e)ko ekaina-(a)k 17

Epaimahaia:
  1. Domingo Ramos-Lissón Presidentea
  2. José Ramón Villar Saldaña Idazkaria
  3. Eloy Tejero Tejero Kidea
  4. Josep Ignasi Saranyana Closa Kidea
  5. Marcelo Merino Rodríguez Kidea

Mota: Tesia

Teseo: 91939 DIALNET

Laburpena

En el presente trabajo se aborda el estudio de la perspectiva de la Iglesia como misterio de comunión en los escritos de Cipriano de Cartago (s.III), con el fin de explicitar su pensamiento respecto a los fundamentos en los que ésta se sustenta: su origen en la comunión trinitaria, su realización sacramental y las exigencias morales que conlleva en la vida de los fieles. De esta forma, se pone de manifiesto la vinculación de esta visión central del Vaticano II con la tradición patrística. Partiendo del análisis de la términos communio y communicatio en los escritos del Obispo de Cartago, que revela su significación sacramental, la referencia a una unidad transcendente y un sentido moral, se procede en tres capítulos al estudio de los factores constitutivos de la Iglesia como comunión. En los dos primeros capítulos se atiende a los factores de orden sobrenatural. En su origen está la misma Trinidad con sue conomía salvífica sobre lso hombres: el don de la salvación, del cual la Iglesia es depositaria, signo e instrumento. Una salvación que Cipriano ve expresada en la unidad, que se despliega en una doble dirección: en la comunión con Dios, cuyo núcleo es la filiación divina en Cristo; y en la comunión con los demás miembros de la Iglesia, que en razón de esa misma filiación, son entre sí hermanos y miembros del Pueblo de Dios. La Iglesia, portadora de la salvación y la comunión, es ya sacramentum unitalis; una sacramentalidad que se concreta en la economía de distintos signos eficaces por los que se realiza y comunica la comunión: el Bautismo, La Penitencia, y de modo central y eminente, la Eucaristía. Finalmente, en el tercer capítulo, se estudian los factores personales y morales de la comunión, es decir, la correspondencia del cristiano al don divino de la unidad, expresada a través de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.