La presentación de las virtudes en los manuales de moral, desde los inicios del Siglo XX hasta el concilio vaticano II
- RODRIGUEZ LIZANO, ANTONIO
- Enrique Molina Director/a
- Tomás Angel Trigo Oubiña Codirector
Universidad de defensa: Universidad de Navarra
Fecha de defensa: 20 de junio de 2000
- Augusto Sarmiento Franco Presidente
- Francisco José Marín-Porgueres Secretario/a
- Enrique Molina Díez Vocal
- Juan Chapa Prado Vocal
- Tomás Angel Trigo Oubiña Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La tesis intenta responder a la cuestión planteada a finales del siglo XIX acerca del modelo por el que habia de configurarse la Teologia moral; si habria que adaptarla al de una moral de virtudes o al de una moral de normas. Esta problemática dio paso a dos modelos diferentes de exposición de la moral en los manuales que se desarrollaron en las primeras decadas del siglo XX. El primer modelo continuó siendo fiel a la estructura de los manuales de los tres siglos precedentes. A saber, una estructuración de la moral en torno a los mandamientos con unas categorias cercanas al derecho. El segundo modelo se apartó de una estructuración semejante de la Teología moral, para volver a la sistematización tomista tomando por eje de referencia las virtudes. Sin embargo, de hecho, ambos modelos de manuales continuaron dando primacia a una moral de obligación, porque entendían que era la manera adecuada con la persona despliega su capacidad moral cuando se conforma con el orden moral instituido por el Creador. En la tesis se sostiene que ambos modelos son complementarios, porque responden a dimensiones morales diferentes de la persona cuando se dirige hacia la plenitud moral prevista para ella en el proyecto divino. Una moral de normas regula aquellas acciones, cuyas conductas responden a comportamientos estables ante bienes ineludibles conformes con la naturaleza racional. En cambio, una moral de virtudes representa la respuesta del sujeto que se mueve hacia un ideal de bien moral, que le llena en plenitud, y despliega las tendencias insertas por el Creador tanto en su ser natural como en el sobrenatural. De esta manera, por el despliegue de sus facultades morales, la persona opta por ese ideal, mediante un juicio de conveniencia, entre las posibles elecciones de bienes que le ofrece un mundo contingente. Por eso, cuando las virtudes arraigan, mejora la persona progresivamente y eleva de modo gradual la calidad de los fines q