Las Nuevas Reglas del Juego: del Nuevo Chamartín al Santiago Bernabéu.

  1. Cidoncha Pérez, Antonio José
Libro:
Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: Análisis Crítico de una obra
  1. Teresa Couceiro Núñez (coord.)

Editorial: Fundación Alejandro de la Sota

ISBN: 978-84-608-7409-6

Año de publicación: 2016

Páginas: 190-205

Congreso: Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española (3. 2016. Madrid)

Tipo: Aportación congreso

Resumen

Cuando en 1929, como resultado del famoso concurso internacional para la reforma y ampliación de Madrid, el equipo formado por Secundino Zuazo y Hermann Jansen proyecta el trazado de prolongación del Paseo de la Castellana hacia el norte, no es consciente de la importancia que cobraba entre la sociedad madrileña un estadio de fútbol tangencial al nuevo paseo. En 1925, el Real Madrid ocupa unos terrenos en Chamartín de la Rosa para establecer la primera sede representativa de la historia del club. Este humilde estadio de aire inglés a través de sucesivas ampliaciones se convierte antes del comienzo de la guerra civil en un recinto capaz de albergar a cerca de 30000 espectadores. Con la llegada al poder de Franco, las experiencias recientes de regímenes italianos y alemanes otorgaron al estadio un insospechado protagonismo dentro del plan de reconstrucción de Madrid. En este caso con Pedro Bidagor como encargado de la redacción del plan de ampliación de la avenida del generalísimo, se confirmaron parte de las ambiciones e intereses plasmados en el plan de reconstrucción de Madrid, y que informes de la JONS y las FET habían secundado, en los que un nuevo estadio, el nuevo Chamartín, iba a pasar a ser “el gran estadio Nacional”. Gestiones administrativas y económicas facilitaron el traspaso de terrenos necesarios para la nueva posición del estadio, ahora paralelo a la nueva avenida. La convocatoria de un concurso ejemplar dio como ganadores a Manuel Muñoz Monasterio y Luis Alemany Soler, que proyectaron un recinto sin precedentes hasta la fecha en España, y cuya decoración atendía directamente a la voluntad de Bidagor de dotar de una nueva fachada a la ciudad de Madrid, símbolo de la unidad de la nación. Esta construcción no hizo sino acrecentar al auge que el deporte experimentó en los años de la postguerra, en el que tuvo un papel determinante fomentando la cultura de la evasión. La proyección del propio club fue también paralela hasta tal punto que en 1953, su triunfo en la Copa de Europa lo sitúa en una posición privilegiada en la escena internacional. Este hecho lleva a sus dirigentes a proyectar una ampliación que encargan a los mismos arquitectos, que escogen, amparados por el pujante ingeniero Carlos Fernández Casado, otorgar una imagen plenamente contemporánea al nuevo graderío, confiando en la expresividad de su estructura como protagonista de una imagen con voluntad de trascender su carácter infraestructural.