Libertad personal más allá de límites

  1. Sellés, Juan Fernando
Revista:
Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica

ISSN: 0031-4749 2386-5822

Any de publicació: 2012

Títol de l'exemplar: Razón y existencia en el acesso a la Divinidad

Volum: 68

Número: 255

Pàgines: 143-151

Tipus: Article

Altres publicacions en: Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica

Referències bibliogràfiques

  • Rosmini, por ejemplo, consideraba la libertad como una facultad. Cf. FRANK, J. F., «La cuestión metafísica sobre la libertad», en AA.W., Metafísica y libertad, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria no. 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 32-39.
  • Esa tesis es explícita, por ejemplo, en Heidegger. Cf. MAROTTA, II., «La libertad como fin en Martin Heidegger», en AA.W., Metafísicay libertad, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria no. 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 73-79.
  • Por su parte, el esteticismo realza la belleza y subordina a ella la verdad y el bien. Aunque esa tesis es el leimotiv de la postmodemidad, tiene su formulación y defensa en el pragmatisme). Cf. PEIRCE, Ch., PPM 212-213; CP 5.130, 1903. En efecto, en este autor hay una neta subordinación de la razón teorica a la práctica, de ésta a la voluntad (como en Kant), y de la voluntad a lo bello. Cf. BOERO, H., «Libertad y acción autocontrolada en Ch. Peirce», en AA.W., Metafísica y libertad, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria no. 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 14-20.
  • POLO, L., Persona y libertad, Pamplona, Eunsa, 2007, 250.
  • Cf. mis trabajos: «Ockham y los racionalismos», en Contrastes, XIII/1-2 (2008), 239-252;
  • «La sombra de Ockham es alargada», en Estudios Franciscanos, 111/448 (2010), 119-141;
  • «Ockham y la filosofía analftica», en Observaciones Filosóficas, no. 6, 2008, www.observacionesfilosoficas.net.
  • «Toda rafz de la libertad está constituida en la razón». De Veritate, q. 24, a. 2,
  • «Toda raíz de la libertad del modo de conocer dépende». Ibid., q. 24, a. 2, co. «La raíz de la libertad es la voluntad como sujeto, pero como causa, es la razón». S. Theol, I-II, q. 17, a. 1, ad 2. «Es el intelecto o la razón donde se causa la libertad de arbitrio». De Malo, q. 16, a. 5 co.
  • Ockham atribuye esa propiedad a la voluntad: «La voluntad puede libremente querer algo y no quererlo en tanto que algo es obrado por el volente⋯ sin inmutación ninguna externa». Opera Philosophica, Vol. IV
  • In libros Physicorum Aristotelis, lib. II, cap. 8, 319. Pero, en rigor, como observa Pinckaers, «Ockham sostiene que el libre albedrío no procede de la razón y de la voluntad, sino que los precede en sus actos, pues podemos elegjr pensar o no pensar, querer o no querer. El libre albedrfo es, por tanto, la facultad primera del nombre cuyo acto no dépende inicialmente más que de su decisión. Se le definirfa como el poder de ele-gir indiferentemente entre los contrarios, entre el sí y el no, el bien y el mal; de ahí el nombre de libertad de indiferencia». PINCKAERS, S. T., La moral católica, Madrid, Rialp, 2001, 80-81.
  • Recientemente se ha puesto de relieve que si bien lo fuerte del pensamiento moderno gira en tomo a la noción de libertad, ésta se ha entendido con el concepto de causalidad («causa libre»). Eso se puede advenir en autores tan dispares como, por ejemplo, Leibniz o Kant. Cf. ECHEVARRíA, A., «La articulación entre causalidad divina y libertad creada en el sistema de Leibniz», en AA.W., Metaflsica y libertad, Cuademos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria no. 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 213-224. Pero esta concepción es contradictoria, porque si una realidad es 'causal', causa necesariamente, ya que la noción de 'causa' no se puede desvincular de la de 'efecto', mientras que la libertad hay que entenderla al margen de la necesidad de efectuar cosa alguna. Esta concepción -ya criticada por Heidegger- es insuficiente, pero no sólo porque no es apta -como denuncia dicho autor- para la 'comprensión' del ser del ente (tesis, por lo demás, netamente medieval: 'ser conocida para una cosa es una denominación extrínseca'), sino porque tampoco es apta -y en mayor medida- para comprender la intimidad humana.
  • Cf. VIGO, A., «Libertad como causa», en Anuario Filosófico, XLIII/1 (2010), 161-181.
  • El ser necesario es el ser del universo físico, que estudia la metafísica. Los seres libres, además de las personas humanas, son las demás personas, que pueden ser estudiadas, bien naturalmente, desde la antropología trascendental, bien sobrenaturalmente, desde la teología de la fe. La distinción entre el conocer (método) de la antropología y el de la metafísica estriba en que el primero mira hacia adentro (al ser íntima), mientras que el segundo mira hacia fuera (al ser extramented): el primero es superior al segundo como lo son asimismo sus respectivos temas. En efecto, la distinción entre sus temas estriba en que los de la metaffsica son necesarios, mientras que los de la antropologfa son libres, y es claro que lo libre es superior a lo necesario. Por eso la libertad personal puede incluso negar la necesidad del ser abriéndose a la nada. También puede supeditar la libertad personal a lo necesario -un intento de subordinar la antropología a la metafísica-, lo cual équivale a vincular la libertad a la voluntad, la necesidad a la razón y subordinar la primera a la segunda. En rigor se trata de reducir la libertad personal o del acto de ser a la que se manifiesta en las 'potencias' de la esencia humana, con lo que se olvida la índole trascendental de la libertad. Cf. en este sentido: ALARCÓN, E., «Libertad y necesidad», en Anuario Filosófico, XLIII/1 (2010), 25-46. Como se puede apreciar, cada uno de estos dos métodos es distinto e inferior a su tema. Si el conocer equivaliese al ser íntimo, conoceríamos enteramente nuestra intimidad o sentido personal, asunto que no acaece, y que haría superfiua la iluminación divina. Si el ser extramental se conociese enteramente, la existencia y la esencia divinas, de las que ese ser dépende, serían tan claras que harían superfiua cualquier demostración del ser divino, error en el que incurre el ontologismo.
  • Es imposible que la intimidad humana se emplee por entero en sacar partido de las dimensiones humanas menores a ella, pues por mucho que lo intente topa con el límite ontológico de que éstas no pueden llegar a ser persona: la persona que se es. Intentar reconocerse en ellas acarrea la despersonalización, puesto que éstas no son persona alguna. Tal pretensión coincide con lo que se suele denominar 'autorre-alización'. Esto indica dos cosas: una, que la persona humana busca una réplica personal; dos, que la réplica que busca no la puede hallar en lo inferior a ella, en lo no personal, en su esencia. Por eso no son pertinentes las notas de 'autodeterminación' y 'autorrealización' con que Taylor y Botturi, por ejemplo, caracterizan a la libertad. Cf. MARTÍNEZ LUCENA, J., «Autenticidad, libertad y lotta continua' en Ch. Taylor», en AA.W., Metafísica y libertad, Cuademos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria n." 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 82-89.
  • Cf. POLO, L., Persona y libertad, ed. cit., 133-181;
  • Antropología trascendental, I. La persona humana, Pamplona, Eunsa, 2. a ed., 2000, 229-257.
  • Si en el Cielo se manifestase para todas las personas la intimidad personal de cada quién, no habría distinción real entre las personas, pues al conocer todos la entera realidad Intima de los demás, se igua-larían. Por eso se lee en el libro revelado: «Al vencedor le daré el maná escondido; le daré también una pie-drecita blanca, y escrito en la piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe». Apo-calipsis, cap. II, vs. 17.
  • Cf. MOUNA, F., La sindéresis, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, no. 82, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1999;
  • «Sindéresis y voluntad: ¿quién mueve a la voluntad?», en Futurizar el presente, Universidad de Málaga, Málaga, 2003, 193-212.
  • Por eso conviene matizarla opinión expuesta por GONZÁLEZ, A. L., «Ser personal y libertad», en Anuario Filosófico, XLIII/1 (2010), 69-98.
  • La filosofía medieval distinguía, por un lado, entre persona y naturaleza, indicando que la persona es lo más perfecto en la naturaleza toda. Por otra parte, distinguió entre acto de ser y esencia. Cabe unir ambas distinciones armonizándolas en antropología. El acto de ser es la persona humana, la intimidad; la naturaleza es el cuerpo humano y sus facultades; la esencia, es el partido que la persona saca de sus potencias inorgdnicas (inteligencia y voluntad) y a su raíz activa (alma) contando con la naturaleza humana. Por lo demás, la distinción entre «aima» y «persona» es la que media entre essentia-actus essendi. Por eso, «la persona es el esse animae⋯ El aima separada no es persona, pero tampoco lo es unida». POLO, L., Persona y libertad, éd. cit., 94. El alma vivifica lo inferior. En cambio, la persona (o espiritu), que mira a lo superior, está al margen de ese requisito.
  • «Tampoco en el ser personal se puede hablar de acabamiento; el carácter de además va en contra del acabamiento». POLO, L., Persona y libertad, ed. cit., 95.
  • El conocimiento que la persona tiene de su naturaleza humana corre a cargo del hábito innato de la sindéresis. A tal conocer responde lo que se llama ley natural, que no es primera o fundamental respecto de la libertad personal. Por eso la persona la puede, o bien respetar, o bien conculcar. Por eso, la ley natural es «una ley de y para la libertad»; no a la inversa. Cf. HERVADA, J., «Libertad, autenticidad y derecho natural», en Escritos de derecho natural, Pamplona, Eunsa, 1993.
  • «Dios permite los males, tanto morales como físicos, que son fruto del querer libre del hombre, no solo por el bien que représenta el libre albedrfo y lo que él hace posible, sino también para de esos maies sacar incluso bienes mayores que los que existían antes de que surgieran los males. 'Dios ha juz-gado -escribe Agustfn de Hipona- que sacar el bien del mal es mejor que el no permitir la existencia de algun mal' (Enchiridium, XXVII)». ROVIRA, R., «Si quidem Deus est, unde mala?», en Anuario Filosó-fico. XLIII/1 (2010), 142.
  • Esta conceptión se encuentra, por ejemplo, en ARANA, J., «¿Puede la libertad ser suplantada por conceptos sucedáneos?», enAnuario Filosófico, XLII/2 (2010), 283-303.
  • Esta tesis la defiende GARCÍA, J. A., «Existencia personal y libertad», en Anuario Filosófico, XLII/2 (2009), 327-356.
  • «La libertad no es una simple propiedad de la voluntad humana, una característica de la volition, sino que es una característica trascendental del ser del nombre». CARDONA, C, Metafísica del bien y del mal, Pamplona, Eunsa, 1987, 92.
  • Reyes expone al respecto que «la persona es libre desde el fondo más originario de su ser; por eso también lo es de su obrar». REYES, M. C., «¿Es el ser la raíz de la libertad?», en AA.W., Metafísica y libertad, Cuademos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria n." 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 149.
  • No es correcta, por tanto, la siguiente expresión: «gracias a su libre operación, el sujeto humano alcanza a ser-se de la mariera más plena que le ha sido dada en el ámbito natural». MELENDO, T., «La libertad, crecimiento y plenitud», Anuario Filosófico, XLII/2 (2009), 362.
  • Cf. ALVWA, T., Naturaleza y Libertad, Pamplona, Eunsa, 1985.
  • De este modo de pensar es, por ejemplo. Tischner. Cf. WITOLD, K., «El don de la libertad a través del pensamiento de J. Tischner», en AA.W., Metafísica y libertad, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria no. 214, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2010, 41-49.
  • POLO, L., Persona y libertad, ed. cit., 174. Si antes se ha indicado que la libertad personal humana es filial, ahora hay que afladir que «la libertad es filial y es destinai». Ibid., 253.