Papel de SLU7 en la diferenciación hepática y en la protección del hígado frente al daño: regulación de HNF4A

  1. Gárate-Rascón, María
Dirigida por:
  1. Maria del Carmen Berasain Lasarte Directora
  2. María Arechederra Directora

Universidad de defensa: Universidad de Navarra

Fecha de defensa: 25 de noviembre de 2022

Tribunal:
  1. Matias Antonio Ávila Zaragozá Presidente
  2. Maite García Fernández de Barrena Secretaria
  3. Jorge Gracia Sancho Vocal
  4. Teresa Cardoso Delgado Vocal
  5. Angela María Martínez Valverde Vocal
Departamento:
  1. (FM) Medicina Interna

Tipo: Tesis

Teseo: 801404 DIALNET lock_openDadun editor

Resumen

El hígado es un órgano con un papel central en el organismo puesto que realiza numerosas funciones esenciales para mantener la homeostasis sistémica. A nivel histológico, el hígado presenta una arquitectura compleja y muy organizada, formada por diferentes poblaciones celulares que desarrollan funciones concretas y, en conjunto, permiten el correcto funcionamiento del órgano. Así, el hígado está formado por las células parenquimales que incluyen a los hepatocitos y a los colangiocitos, y las células no parenquimales, que engloban a las células estrelladas hepáticas (HSC, hepatic stellate cells), las células de Kupffer o las células endoteliales sinusoidales. La población celular más abundante son los hepatocitos, que constituyen alrededor de un 80 % de la masa hepática total, y son los que más contribuyen al desarrollo de la función hepática. Se trata de unas células epiteliales polarizadas, muy diferenciadas y quiescentes, aunque presentan una gran capacidad de regeneración en respuesta a estímulos nocivos 1–4 . Las células hepáticas se organizan en el hígado alrededor de una estructura anatómica peculiar y compleja, determinada por el patrón del flujo sanguíneo, y que es esencial para que se puedan llevar a cabo las funciones hepáticas. Brevemente, el hígado recibe sangre de la vena porta rica en nutrientes y productos de deshecho, y sangre de la arteria hepática rica en oxígeno, que fluye a través de una red de capilares sinusoidales entre las células hepáticas, hasta drenar en las venas centrales. Junto a las venas porta y las arterias hepáticas se encuentran los conductos biliares que conducen la bilis hasta la vesícula biliar y el intestino, y los tres conductos juntos forman la triada portal. La unidad funcional del hígado son los lobulillos hepáticos, que consisten en fragmentos poligonales de células hepáticas dispuestas en torno a una vena central y rodeadas de triadas portales. Los capilares sinusoidales conectan la vena central con los espacios porta y, en paralelo a ellos, se organizan los hepatocitos formando cordones gruesos unicelulares (Figura 1A). Tanto la vena porta como la arteria hepática suministran la sangre a los hepatocitos conforme fluye a través de la red de sinusoides hasta drenar en las venas centrales. En función de si los hepatocitos se localizan más cerca de la región periportal o más cerca de la región pericentral, presentan diferencias fenotípicas en cuanto a la expresión de enzimas metabólicas, por lo que realizan funciones metabólicas diferentes. Esta distribución diferencial de las funciones metabólicas y secretoras del hígado a lo largo del eje porto-central se conoce como zonación, y constituye un marcador clave de la maduración hepática (Figura 1B) 1–5.