Neoaristotelismo y rehabilitación de la filosofía prácticauna revisión del derecho natural en Leo Strauss, Michel Villey y Alasdair Macintyre

  1. García García, David
Dirigida por:
  1. Eusebio Fernández García Director/a

Universidad de defensa: Universidad Carlos III de Madrid

Fecha de defensa: 28 de marzo de 2023

Tribunal:
  1. Jesús Ignacio Martínez García Presidente/a
  2. José María Sauca Cano Secretario/a
  3. Angela Aparisi Miralles Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación doctoral pretende contribuir al análisis y al conocimiento del neoaristotelismo como fenómeno complejo y difuso de reivindicación de la vigencia del pensamiento aristotélico que ha tenido lugar en la reflexión filosófica, ética, política y también, aunque en menor medida, jurídica, desde comienzos de la segunda mitad del siglo XX y que todavía hoy continúa siendo relevante. Mi objetivo no es el de pretender ofrecer una imagen unificadora del neoaristotelismo contemporáneo, tampoco proponer una clasificación de sus diferentes tipos, sino contribuir a la reflexión y comprensión de una de sus principales problemáticas: la relativa a la relación de dependencia o independencia entre la teoría y la práctica. Para ello, se estudia de forma particular el papel que la filosofía práctica aristotélica ha desempeñado en las distintas formulaciones y recuperaciones de la idea de derecho natural que encontramos en las obras de Leo Strauss, Michel Villey y Alasdair MacIntyre. Tres autores cuya vinculación con el aristotelismo (y el neoaristotelismo) no resulta pacífica y que, en cualquier caso, estuvo y está atravesada por el reconocimiento de otras filiaciones, el platonismo en el caso de Strauss y el tomismo en los casos de Villey y MacIntyre. Los resultados de investigación se pueden dividir en tres apartados diferenciados: En primer lugar, se concluye que el impulso de los estudios filológicos y de filosofía clásica que tuvo lugar desde comienzos del siglo XX contribuyó al ‘descubrimiento’ de un Aristóteles no tradicional, alejado de la imagen y aproximación escolástica que causó su arrinconamiento en el tránsito a la modernidad y que se había mantenido desde entonces. Frente a la idea de un sistema aristotélico coronado por la Metafísica y desarrollado a partir de un concepto de ciencia basado en la lógica apodíctica, se contrapuso un Aristóteles aporético y argumentativo, en cuya obra destacaba la importancia del método dialéctico, utilizado no solo en las ciencias prácticas (ética o política), sino en ciencias teóricas como la física. Estas lecturas ‘renovadas’ traspasaron la frontera de la búsqueda de una interpretación filológica y filosófica ‘auténtica’ para ser reivindicadas y utilizadas por los filósofos y juristas contemporáneos. Sería especialmente la distinción epistémica propuesta por Aristóteles entre ciencias o saberes teóricos, prácticos y productivos la que despertó este interés. Este esquema ofreció un marco propicio desde el que escapar y confrontar el predominio del modelo de ciencia positivista y recuperar un enfoque normativo para las disciplinas prácticas. En segundo lugar, en el trabajo se muestra que la determinación de un tipo de conocimiento y un método apropiado capaz de evaluar racionalmente la praxis humana fue el tema central del conocido ‘debate sobre la rehabilitación de la filosofía práctica’ que se desarrolló en Alemania durante las décadas de los años sesenta y setenta. Con base en trabajos y referencias de los propios partícipes en el debate alemán, se presentan las primeras calificaciones de ciertos planteamientos como ‘neoaristotélicos’. Se acredita que, inicialmente, esta etiqueta se pretendió vinculada a la recuperación nostálgica y antimoderna de la eticidad sustantiva clásica, de sus conceptos normativos sobre lo bueno, lo justo, lo político, lo virtuoso, etc. Sin embargo, esta vinculación iría perdiendo peso y el neoaristotelismo pasaría a relacionarse menos con la reivindicación de formas éticas y políticas sustantivas y más con lo que Habermas denominó «formas reduccionistas del aristotelismo», caracterizadas por poner en valor conceptos como prudencia, ethos o tradición y que fueron acusadas de eliminar de la filosofía práctica aristotélica toda indagación de índole teórica. Fue este desplazamiento de la teoría y la convalidación del carácter autorreferencial (con base en la propia praxis) del razonamiento práctico el que condujo al propio Habermas y a otros autores como Herbert Schnädelbach a sostener el conservadurismo de los planteamientos neoaristotélicos de Gadamer o Ritter, entre otros, considerándolos una mera convalidación de lo ya existente que no dejaba espacio para la construcción (teórica) de criterios normativos de validez desde los que evaluar la propia praxis. Sin embargo, a partir de la concepción de la “ciencia tipológica” de Otfried Höffe se evidencia que la conceptualización de la filosofía práctica aristotélica fue y continúa siendo una cuestión disputada. Ello justifica, por un lado, el análisis de la conceptualización de la misma entre otros autores que han rehabilitado el pensamiento de Aristóteles a partir de la reivindicación particular de la idea del derecho natural y, por otro, el estudio de la conexión entre esta apelación al derecho natural y los otros conceptos habitualmente vinculados al neoaristotelismo: prudencia, ethos y tradición. En tercer lugar, los estudios de autor demuestran que Strauss, Villey y MacIntyre comparten por encima de todo un discurso crítico con la modernidad, a la que atribuyen el comienzo de un proceso de decadencia moral, política, jurídica y filosófica que habría llegado hasta nuestros días. Los tres autores construyen un relato de la historia del pensamiento que pretende conectar los siguientes pares de ideas: modernidad y decadencia, tolerancia y relativismo, individualismo y nihilismo; para a partir de ahí justificar la necesidad de dirigir la reflexión y “retornar” ‒al menos en lo que se refiere a la necesidad de su estudio histórico‒ a la filosofía y la razón clásica o premoderna y, con ello, a Aristóteles. En ella encuentran un tipo de filosofía que a lo largo del trabajo se presenta como zetética, en la que la verdad es el objetivo de la investigación filosófica, pero las conclusiones alcanzadas permanecen abiertas a revisión. Ello les situaría en una posición filosófica intermedia entre el absolutismo y el relativismo, entre el dogmatismo y el escepticismo. Más allá de este relato compartido, se demuestra, por un lado, que cada autor concede un alcance diferente a la contraposición entre antiguos y modernos y un significado propio al derecho natural antiguo, y por otro, que es el distinto papel atribuido a la teoría, a la prudencia y a la historia el que determina la particularidad de cada propuesta y, al mismo tiempo, da forma a un tipo distinto de conservadurismo.